Gisela - Jardinera de tela
La persona que presento ahora se
encuentra al lado del Pacífico en estos momentos. Mientras hablamos por
WhatsApp, yo escribo y ella trabaja en su artesanía. Desde que he conocido a
Gisela en Lima, Perú, nos volvimos a ver una vez más cerca de Innsbruck en mi
pequeño paraíso europeo, Austria. Ella es la madrina de mi pareja y y una de
las personas con más luz que he podido encontrar hasta ahora.
Cuando se habla de Gisela no se puede
evitar mencionar a su familia. Como ella misma explica, vino de un ámbito
exclusivamente de mujeres y Dios le bendeció con su propio alrededor de familia
masculina. Gisela tiene tres hijos varones y su esposo, con quienes comparte
todo y tiene una confianza enorme. Les llama sus “cuatro amores”. Con su esposo
Gisela se siente segura en todos los sentidos y también le encanta ir de viaje
con su familia. Cuando ve un sitio bonito, siempre lo quiere enseñar también a
su familia para que ellos puedan sentir las mismas emociones lindas conectadas
con el lugar.
De su infancia cuenta que ha conocido
dos caras de la moneda muy distintas, ya que su madre le crió con mucho cariño
y su papá con mucha disciplina. Aunque ha conocido límites de la vida como
pequeña, Gise me cuenta que se siente muy afortunada de haber conocido España
siendo niña. Cuando tenía solo nueve años, la familia se mudó a Madrid por un
tiempo y ella sigue pensando en este período de su vida con emociones muy
positivas.
La señora peruana ama su país y lo
describe como tan bonito como Europa, con unas diferencias notables. Por su
posición geográfica, el Perú tiene una cantidad de paisajes y microclimas
excepcionales. Su comida se disfruta y se reconoce en todo el mundo y
culturalmente se trata de un país muy rico. Lamentablemente, por el otro lado
se encuentran el estatus quo social y político. Aunque la familia de mi
entrevistada está bien y cómoda, hay demasiados peruanos que no lo son. En un
país políticamente inestable, corrupto y pobre los problemas como hambre o
delincuencia son cotidianos y normalizados. La población trabaja de manera
informal y sigue eligiendo a gobernadores que no cambian nada. El problema, me
explica Gisela, es que el robo en la política se percibe como un hecho que no
se puede ni se podrá evitar nunca, sus raíces parecen ser demasiado profundas. Como
la sociedad y los políticos no cambien, los turistas, fuente de ingresos enorme
para el Perú, también pueden tener problemas cuando visiten. Aunque ella
confirma que la política es lo más importante que hay, no le interesa mucho a
ella, ya que ha experimentado en su país que es lo más sucio que hay.
La artesanía mencionada antes no es
la única forma de arte que le fascina a Gisela: como pequeña siempre bailaba en
la escuela al estilo de la estrella italiana Raffaella Carrào en bailes
folclóricos. A través de los años, ha trabajado también en pastelería, ha
partecipado en cursos de pintura y de bordado, hasta que llegó a su creación
favorita a través de un viaje. Gisela crea carteras artesanales de cuero,
embordadas con lana de alpaca en motivos tradicionales del Perú.
Al final dice que esta forma de arte
lo encontró a ella después de años trabajando en lo que no le gustaba. Inicialmente
Gisela quería ser médica o enfermera, pero acabó estudiando ingenería de
sistemas. Afirma que nuestra felicidad siempre nos llegará de una forma u otra
y que cada ser humano tiene un lado artístico que en un momento tiene que
ejercitar. Una persona puede pintar, otra bordar o diseñar. Cada uno de
nosotros, insiste ella, debe aceptar su propio proceso de crear ya que es su
energía que se plasma en algo material. Arte, para ella, es el color de tu alma
que sale a la luz y se vota en el color. Escuchando esto, me sentía muy
conectada con Gisela y me dio piel de gallina.
El hecho que la mujer se maneje como
emprendedora en un país como el Perú es notable. Me cuenta que su abuela ha
tenido gran influencia como modelo para ella cuando era niña. Gisela piensa en
todo el sacrificio que su abuela invirtió para trabajar y construir una casa. La
madre de Gisela nunca tuvo un empleo fuera de casa, pero la abuela sí por toda
la vida. Por verle a ella, mi entrevistada entendió que una mujer tiene que ser
capaz de llevar su casa y trabajar. Su abuela nunca se rendía aunque su esposo llevara
una vida muy relajada según el lema “ya dios proveerá”. Su mujer en cambio
trabajaba los domingos, compraba cemento y ladrillos, y aquistó un terreno para
una casa de tres pisos sin avisarle a su esposo antes. Sobre todo les quería
dar a sus hijos mejor calidad de vida, pero en esa época era muy normal que la
mujer se quede en casa. La abuela de Gisela en cambio tenía las riendas de su
lugar y era la mujer fuerte que la familia necesitaba. Se trata de una historia
de vida y amor en Chorrillos que le parece hermosa a la nieta y que le sirvió a
ésta como manual de como guiar sobre el propio camino. En cuanto a recuerdos de
mujeres en su familia, también sueña con el olor a jazmín en la puerta de la
otra abuela y con el arroz con pollo de su mamá, que debe de ser delicioso.
Gisela me avisa que lo único que
cuenta en la vida es que tienes que ser feliz y dejar huellas en las vidas de
los otros. La felicidad, para Gisela, son las bendiciones de la vida para las
cuales no siempre somos lo suficiente agradecidos. No se trata de cosas
materiales, sino de la salud, la sonrisa de la mamá,de darle la mano a la
sobrina y llevarla al colegio, de acariciar al perrito o de recibir una llamada.
Estos pequeños momentos que dan alegría y conectan se tienen que cuidar: la
energía que viene de ellos es un tesoro. Es importante también de guardarse
estas alegrías y no dejarselas arruinar por nadie.
Con sus cincuenta años, Gisela se siente mejor que nunca antes en su vida. Está siguiendo su camino paso tras paso, escuchando los consejos de sus hijos que son más jóvenes, pero también de gente mayor. Como consejo me da de valorarles a tus padres porque nunca vas a tener otra persona que sea tu mamá o tu papá. Gisela opina que, aunque no siempre nos entendemos, la gente se trata como puede según sus propias experiencias y con las mejores intenciones.
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