Andrés - Adrenalina y calma
Espejo de mi mundo
Hoy pienso con gratitud en los años que pude pasar como adolescente, sobre todo en comparación con las cosas de las que tuvieron que prescindir los adolescentes de aquellos años de pandemia. Practicaba regularmente mi afición más antigua, el baile, podía asistir a una celebración de graduación con mi familia y participaba en muchos espectáculos de medianoche en bailes con mis colegas. Además, mi desarrollo personal se vio favorecido por el intercambio personal diario con mis amigos y tuve la oportunidad de adquirir muchos conocimientos. Siempre recordaré las excursiones escolares y las pausas para comer que hicimos juntos en Linz.
Mi familia me apoyó y me apoya siempre para acercarme a mis objetivos en la vida, sin privarme nunca por completo de la red de seguridad. Estoy muy agradecido por esta estabilidad.
En el colegio, las clases de lenguas extranjeras siempre estuvieron entre mis asignaturas favoritas, junto con las materias creativas y las unidades culturales o históricas. En los años previos a mi graduación, aprendí a tocar la guitarra, a seguir conscientemente los acontecimientos del mundo y a definir mi papel en mi entorno. Asimismo, estos años sentaron las bases de mi rasgo de personalidad que consiste en establecer conscientemente límites, cuidar de mí misma y defenderme. Todavía estoy trabajando en esta faceta mía, pero creo que estoy en el camino correcto. Cuando terminé mi carrera escolar, entré por primera vez en la "vida real".
Después de haber terminado mi educación escolar, viví
uno de los mejores veranos de mi vida. Por primera vez, tuve 3 meses de
vacaciones y los disfruté al máximo. Empecé con un viaje por media Europa con
mis dos mejores amigas, en el cual visitamos Italia, Francia, Bélgica y
Alemania. Fueron unas tres semanas muy intensas, llenas de ciudades
desconocidas, fiestas, cultura, playas y tiendas que recordaré mi vida
entera.
Siguiendo ese viaje me fui al segundo intercambio juvenil
de la asociación de la cultura de mis abuelos, en la que crecí y de la que
formaba parte toda mi vida. Fue espectacular descubrir la tierra de nuestros
antepasados con personas de todo el mundo, reírnos, bailar, cantar y charlar,
olvidándonos del tiempo. Fue el mayor encuentro de personas pertenecientes a
nuestra cultura que he visto en mi vida y me conmovió en una manera
indescriptible.
Qué coincidencia que después de pasar el año siguiente
en EE.UU., el primer lugar al que volví tras una semana en Austria fue Transilvania
otra vez, como lo había dejado un año antes.
Andrés - Adrenalina y calma
Andrés
Urrego habla conmigo desde otra zona horaria, mejor dicho: en su barrio en
Bogotá está soleado, mientras en mi habitación en Salzburgo ya solo queda luz
artificial. La gran parte del tiempo que estuvimos hablando en los últimos 3
años la pasamos así, él en un lado del mundo, yo en otro. Nos conocimos por una
aplicación para mejorar nuestros conocimientos del idioma y de ahí surgió una
amistad profunda. Al final, yo no le enseñé mucho inglés, pero Andrés me
escuchaba mensaje tras mensaje mientras yo luchaba contra el subjuntivo, la r española y errores por la influencia
del inglés. Poco a poco, nos acostumbramos a formar parte de la vida del otro,
aunque siempre a través de una pantalla, porque hasta ahora no tuvimos la
oportunidad de vernos en persona. A través de las llamadas para esta entrevista
surgieron temas hasta ahora no hablados, que presentaré a continuación.
Toda su
vida, Andrés ha soñado con Barcelona, donde también estaba viviendo cuando
entramos en contacto. Sin embargo, es una persona hogareña que me explica que
el aroma de su casa lo lleva dentro de su corazón, y que su vivienda es donde
sus padres cocinan de manera espectacular la comida típica colombiana. Muchos
recuerdos le conectan con su barrio en la capital, Bogotá, donde ha vivido
desde los 7 años. El olor a pasto recién cortado es característico de su
infancia, en la que regularmente iba a entrenar fútbol por su gran sueño de
hacerse futbolista.
El deporte
para él es vida, son muchas emociones y sentimientos, puesto que puedes
entregar todo lo que tú tienes. Según Andrés, el deporte es adrenalina, pasión,
tanto fuera como dentro, como deportista o como aficionado. El deporte, como él lo ve, es una manera de
vibrar, porque alguien recibe de lo que tú das. Lo que es más, como describe
Andrés, el deporte tiene todas las emociones del mundo, y cuando te caes,
tienes que levantarte, siempre.
Me cuenta
que tuvo que renunciar a una parte de sus sueños por una falta de constancia en
su vida. Aunque ha vivido en Barcelona, se vio obligado a volver a Colombia, y
el fútbol solo es un pasatiempo en su vida personal hoy en día. Debido a eso,
su sueño ha cambiado: ahora ya no quiere ser futbolista, sino ayudarle a
alguien más a cumplir su sueño en el campo deportista, contribuir un poco de
arena en el camino de otra persona. Es un pensamiento bonito, ya que Andrés
también me cuenta que el valor de las personas se mide en lo que contribuyen a
la sociedad y en cómo aportan pequeñas cosas para que el mundo sea un lugar mejor.
Por la
historia especial que tuvimos en conocernos, le tenía que hacer la pregunta de
cómo se puede medir la conexión entre dos personas. Siempre me había fascinado
que, aunque no nos hemos visto físicamente nunca, una persona pueda estar tan
presente en mi vida. Andrés me responde con una metáfora: las personas son como
libros, me dice. Primero, no tienes otra opción que fijarte en la portada, en
otras palabras, en lo físico de una persona. Luego, se empieza a leerle al
otro: su historia, su lenguaje, lo que transmite y lo que te hace sentir. Poco
a poco, al avanzar con una relación, en la manera que sea, las personas se
abren más y se nota si están en sincronía contigo.
Él y yo
tenemos una manera de despejar la mente que nos une: podemos relajarnos al lado
del mar o en las montañas. Ahí se siente paz, en nuestra opinión. Me sorprendo
cuando me dice que nadie puede entender el porqué de ir ahí para pasar unas
horas, porque yo no me puedo imaginar un mejor plan.
Aunque a
Andrés le gusta estar en su hogar y con su familia que ama mucho, nota que
podría estar mejor en otro lugar del mundo. Quiere volver a Barcelona para
estar de nuevo involucrado en el campo deportista ahí. Andrés menciona también
que el mundo es muy bonito para quedarse en un solo sitio y que Bogotá no es el
límite, aunque ahí viven las personas que más le han impresionado en su vida,
como sus padres o algunos amigos de la infancia.
Al fin y al cabo, Andrés quiere estar
haciendo algo que le gusta y apasiona, porque eso lo hace fácil aunque parezca
duro. Dice que cuando estás haciendo lo tuyo, aunque seas malo o aunque sea
difícil, puedes disfrutar, sin que te importen los demás. Nos dice a todos como
consejo que no nos quedemos con el primer intento, con la primera oportunidad,
sino que lo sigamos intentando.
En el pasado, él siempre me ha apoyado al cumplir mis metas y sueños, como lo está haciendo también al contarme de sí mismo para este proyecto. Igual su convicción para esa manera de actuar viene de este pensamiento: “El arte es jodidamente necesario en todos los ámbitos, es un poema, un grafiti, una canción, las personas sueltan lo que perciben por ahí, y es muy importante.” Como yo trato de hacer arte, de convertir mis sentimientos en algo que les pueda atribuir un poco de magia a la vida de los demás, espero poder cumplir con esta definición.
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